El Confidencial: ''Científicos, Verdes y la comisaria europea enfrían el hito histórico del cultivo de pulpo'
La responsable de Seguridad Alimentaria de la CE estudia prohibir la cría del cefalópodo. El proyecto avanza en Galicia tras 60 años de ensayos y multitud de infructuosos intentos
Afinales de 2018, un grupo de científicos afincados en Galicia celebraba un hito histórico: el cultivo completo de pulpos en cautividad. Quedaban atrás seis décadas de infructuosos intentos de investigadores de todo el mundo, de Estados Unidos a Japón, por lograr la cría del animal en una piscifactoría, de enorme interés comercial. La euforia que desató aquel acontecimiento, que avanza con paso firme hacia su explotación, se ha desinflado en cuestión de semanas, a raíz de una petición suscrita por más de cien científicos e impulsada por la organización de bienestar animal Compassion in World Farming (CIWF), que ha encontrado respaldo en Bruselas. Especialmente en la comisaria de Salud y Seguridad Alimentaria, Stella Kyriakides, que estudia echar el freno al proyecto.
El pasado diciembre, CIWF lanzó una campaña con críticas a una cría “cruel” y “éticamente injustificada” y peticiones a los gobiernos, incluido el español, para lograr la prohibición de granjas acuícolas como la que Nueva Pescanova proyecta explotar en Las Palmas de Gran Canaria a partir de 2023. Según afirmó en una entrevista con la BBC la directora de Investigación de bienestar animal de la organización, Elena Lara, los pulpos son animales “solitarios y muy inteligentes”, por lo que “ponerlos en tanques estériles sin estimulación cognitiva es malo para ellos”. Sus reclamaciones fueron abrazadas entre otros por un eurodiputado portugués de Los Verdes, Francisco Guerreiro, que planteó a la comisaria si la Comisión prohibirá la cría de cefalópodos en su próxima revisión de la legislación europea en materia de bienestar animal.
En su respuesta, Kyriakides confirma que no existen actualmente normas sobre el bienestar de los moluscos cultivados, incluidos los pulpos, como tampoco criterios específicos para el sacrificio, por lo que descarta incompatibilidades legislativas. Sin embargo, sostiene que la Comisión Europea está de acuerdo en que “la cría de animales carnívoros como los pulpos puede representar un riesgo de ejercer una presión adicional sobre las poblaciones de peces salvajes”. La comisaria fue más allá, y anticipó que “revisará la legislación actual sobre bienestar animal”, sin descartar la prohibición en el caso que afecta a España.
La postura de la chipriota ha provocado indignación en el sector acuícola gallego. También entre los investigadores que están detrás del gran avance que supuso el cultivo completo, después de superar el famoso “cuello de botella” —la elevadísima mortalidad que frustraba el paso de la fase larvaria al inicio de la de adulto—, igualmente perplejos. “Lo que dicen carece de base. Hablan desde el poco conocimiento, si no del desconocimiento absoluto, ya que estos proyectos tienen siempre en cuenta el sufrimiento del animal, que se minimiza”, afirma un investigador vinculado al logro, que añade: “También se crían cerdos y vacas, que son más inteligentes, o por lo menos igual”.
El equipo que trabaja actualmente en el Pescanova Biomarine Center de O Grove, donde se desarrolla el grueso de la investigación, colabora con el Instituto de Investigaciones Marinas, del CSIC, y con la Universidad de Málaga analizando métodos y estrategias de evaluación del bienestar animal en sistemas de cultivo de manera objetiva y con base en la evidencia científica, en aspectos como la influencia de la microbiota intestinal en el bienestar de los ejemplares o la mejora de su adaptación a los posibles procesos de estrés. De hecho, Biomarine publicará próximamente la memoria de un proyecto de “optimización y bienestar del pulpo común bajo condiciones de cultivo”, en el que incide precisamente en los aspectos criticados por Compassion in World Farming.
Respecto a la “presión adicional sobre las poblaciones de peces salvajes” de la que alerta la comisaria, el investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México Carlos Rosas, que colabora con Biomarine, rechaza las críticas al uso de animales marinos para alimentar a otro. “Nuestro proyecto se basa en desechos de la industria pesquera, por lo que la cantidad y tipo de alimento que se usará no afectará al ecosistema marino”, señala Rosas, cuyo departamento participa precisamente en el modelo de alimentación de los animales. Destaca además la sensibilidad del pulpo al calentamiento global: “En México, en Yucatán se producen unas 30.000 toneladas al año, que se van principalmente a España y Europa. Si queremos seguir consumiendo un alimento tan sano como este, habrá que cultivarlo”.
En cambio, CIWF critica que los pulpos “no se adaptan bien a condiciones de cautividad”, por lo que la planta de Nueva Pescanova —que de momento guarda silencia respecto a esta acusaciones— y otros proyectos como el del Grupo Pereira estarían “ética y ecológicamente injustificados”. Sostiene que las granjas de cultivo son “incompatibles con las directrices estratégicas para el desarrollo sostenible de la acuicultura de la Unión Europea”, que instan a que las técnicas “dejen de depender de la harina y del aceite de pescado que se fabrican a partir de peces salvajes”. También consideran que los cefalópodos están “desprotegidos”, ya que no existe legislación europea o nacional que regule su bienestar ni las prácticas de la cría intensiva.
El criterio de los científicos de Compassion in World Farming coincide con el expresado por otro grupo de investigadores, psicólogos y filósofos, que respondieron al avance en la cría con un ensayo en el que piden a gobiernos y empresas que cejen en su empeño de “convertir los pulpos en ganado”. Los proyectos en marcha, sostienen, podrían ser fatales para los cefalópodos, pues su industrialización “no solo no aliviaría la presión sobre los animales acuáticos silvestres, sino que la aumentaría”.
Esa es la idea que recogió el eurodiputado de los Verdes que desencadenó la posibilidad de la prohibición por la Comisión Europea. Francisco Guerreiro subrayó en su iniciativa que los pulpos “tienen la capacidad de percibir, sentir dolor, tener respuestas emocionales, tener memoria a largo y corto plazo, tener cognición compleja y realizar aprendizaje social. Como tal, no les es posible expresar su comportamiento natural en cautiverio”. También mencionó la vida en solitario que llevan y los “riesgos de agresión y canibalismo” que puede conllevar la crianza en densidades elevadas. El portugués denunció además la inexistencia de “un método científicamente validado para el sacrificio humanitario de estos animales”.
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